top of page

NUNCA SE ACHICAN LOS MALES - Escondido

van poco a poco creciendo,

y ansina me vi de pronto

obligao a andar juyendo.

No tenía mujer ni rancho,

y a más, era desertor;

no tenía una prenda güena

ni un peso en el tirador.

Como nunca, en la ocasión

por peliar me dio la tranca,

y la emprendí con un negro

que trajo una negra en ancas.

Al ver llegar la morena

que no hacía caso de naides,

le dije con la mamúa:

“va... ca... yendo gente al baile.”

La negra entendió la cosa

y no tardó en contestarme,

mirándome como a perro:

“más vaca será su madre.”

Y dentró al baile muy tiesa

con más cola que una zorra,

haciendo blanquiar los dientes

lo mesmo que mazamorra:

“Negra linda... -- dije yo --

me gusta... pa la carona”,

y me puse a champurrear

esta coplita fregona:

Había estao juntando rabia

el moreno dende ajuera;

en lo oscuro le brillaban

los ojos como linterna.

Y ya se me vino al humo

como a buscarme la hebra,

y un golpe le acomodé

con el porrón de giñebra.

No hay cosa como el peligro

pa refrescar un mamao,

hasta la vista se aclara

por mucho que haiga chupao.

En esto la negra vino

con los ojos como ají;

y empezó, la pobre, allí

a bramar como una loba.

Limpié el facón en los pastos,

desaté mi redomón,

monté despacio, y salí

al tranco pa el cañadón.

Después supe que al finao

ni siquiera lo velaron

y retobao en un cuero

sin rezarle lo enterraron.

Y dicen que dende entonces,

cuando es la noche serena,

suele verse una luz mala

como de alma que anda en pena.

José Hernández– Cuti Carabajal

Nunca se achican los malesCuti y Roberto Carabajal
00:00

Escuchar

bottom of page